viernes, 4 de septiembre de 2015

Constrúyeme toda

Arráncame toda. No te dejes ni un pliegue de mi piel sin arañar. Arráncame todo lo que me duela. Que lo que duele, son las primeras capas. Arráncame pues, la piel. Arráncame todo eso que no sea profundo. Arráncame los huesos, arráncame toda. Pero no me arranques el alma. 

No me arranques el alma. Que me dice que está sintiendo demasiado, que hacía mucho tiempo que no sentía así. Ni tan bien. Rómpeme toda. Y todo. Rómpeme los esquemas, las teorías del amor. Que nada sirve ya. Y cuando esté rota, constrúyeme de nuevo. Conviérteme en todo lo que he querido ser y no soy. Conviérteme y protégeme. 

Construye sobre mí torres de vigilancia para controlar los enemigos, para que pueda ver de lejos aquellos que no tienen que entrar en lo profundo. Construye un foso, dónde puedan caer los que lograron atravesar mi piel, pero no alcanzar mi alma. Y en el foso, que haya cocodrilos. Si quiero dejar pasar a alguien construye también un puente levadizo, que pasen. Pero si pasan, que sea para quedarse. Aunque, puede que se pierdan en mi casa. Construye escaleras de caracol para que pueda comunicarme con las diferentes capas, digo, con los diferentes pisos. Construye murallas. Y en ellas: aspilleras, muchas. No te olvides del patio de armas y de los soldados. Me gustaría también estar rodeada de agua, porque si alguien quiere de mí, tendrá que navegar muchos kilómetros. No pasará nadie que no se esfuerce. Que llegar para quedarse en el alma de alguien, no es un regalo. Es un proceso lento, así que empecemos por navegar. 

Lo que no entiendo es cómo has podido pasar todas mis capas. Cómo has podido navegar si odias la playa en verano y en el mundo en el que vivo es siempre verano. Cómo las has arrancado, cómo las has regenerado. Cómo has conseguido quedarte. Aún me desvelo cada noche preguntándome si lo has construido todo bien. Supongo que descubriste el pasillo que construí yo directo a mi alma, atravesando mi piel, esquivando los huesos y el miedo. Y por eso estás aquí conmigo. 

Entonces.

Ya no hay dos, ahora somos uno. Me toca protegerte. ¿Qué quieres que construya amor?